A lo largo de estos meses en los que predominan las bajas temperaturas, un clima frío y húmedo, y días de viento y lluvia, los campos de viñedos nos dejan una imagen muy diferente a la de los meses cálidos. Todo son troncos sin floración; de hecho, la vid se encuentra en este estado porque es la única forma que tiene de soportar las bajas temperaturas y los fenómenos meteorológicos adversos. Así que, la imagen de la cepa en estos momentos es un tronco pelado sin brotes ni hojas; es decir, se encuentra en su fase de reposo.
Ahora bien, esto no significa que no se deban realizar algunas tareas para cuidar las cepas. De hecho, la tarea principal es la poda de la vid. A lo largo de los meses de enero y febrero, se debe ir podando las viñas para prepararlas para la germinación y el cultivo que se reanudará en primavera. Por tanto, aunque no lo parezca, una buena poda es fundamental para garantizar la calidad del fruto, ya que permite mantener la vid sana y vigorosa.
La poda es una tarea delicada que no se puede hacer de la misma manera en todas las cepas. Cada una requiere una poda diferente, dependiendo del fruto que queramos obtener. En nuestra bodega, realizamos la poda de las viñas de forma manual con podadores, que son unas tijeras especiales, para reducir la parte vegetativa de cada planta. De esta manera, una a una, mejoramos su rendimiento y la calidad de la uva que crecerá.